Imperio Persa



La historia del Imperio Persa fue sorprendente en muchos aspectos. Los persas fueron los primeros en extender su poder político sobre casi la totalidad de los pueblos civilizados de su época. Esa dominación territorial se realizó en menos de cincuenta años. Y sin poseer una cultura propia desarrollada, supieron respetar y aprender la de sus sometidos.
El esplendor persa fue poco duradero, ya que sus grandiosos logros se desvanecieron doscientos años después de su comienzo.
Rasgos generales

Al norte del golfo Pérsico y al sureste del país de Sumer se asentaron, desde finales del segundo milenio, una serie de pueblos nómadas de origen indoeuropeo.
Poco se conoce de su grado de desarrollo y de las actividades que realizaban, pero puede suponerse que su principal ocupación debió de ser el pastoreo, ya que el marco geográfico, con la excepción de algunos valles, ofrece pocas facilidades para el desarrollo de la agricultura. La llamada Meseta del Irán está recorrida por los montes Zagros y la mayor parte de su extensión está ocupada por un paisaje semidesértico.
La primera mención que hace referencia a los pueblos que ocupaban la antigua Persia se encuentra en los anales del monarca asirio Salmanasar III. Según éstos, entre los pueblos que el año 835 a. de C. pagaron tributo al rey, estaban los de Parsua y Media (persas y medos).
Los persas y los medos tenían sus propios reyes y entre ambos las relaciones eran buenas, aunque no exentas de rivalidad.
En el siglo VII a. de C., los medos, al mando de Ciaxares, dominaron sobre los persas y lograron independizarse del predominio asirio. Una nieta de Ciaxares se casó con un persa llamado Cambises y el hijo de ambos, Ciro, logró, a mediados del siglo VI a. de C. hacerse con el poder y colocar así a los persas a la cabeza de los dos pueblos.
Ciro pasó a la historia con el sobrenombre de "El Grande", debido a sus conquistas, ya que extendió su imperio desde el Indo hasta Fenicia y desde Asia Menor hasta el este del mar de Aral (la actual Samarkanda). Sus conquistas fueron mantenidas y continuadas por su hijo Cambises II y por Darío I, que usurpó el trono, pero supo engrandecer y organizar el gran Imperio Persa. Darío I se anexionó Egipto y logró entrar en la Grecia continental.
Los reinados siguientes se caracterizaron, fundamentalmente, por los enfrentamientos mantenidos contra los griegos en una constante pugna, en donde las victorias y las derrotas se alternaron. A finales del siglo IV a. de C., durante el reinado de Darío III, el poderío griego, bajo el mando de Alejandro Magno, logró imponerse y conquistar para Grecia el Imperio Persa.